domingo, 28 de febrero de 2010

Lo Raro Es Vivir (bis)

No pretendo ser el abogado de diablo alguno ni de nada perdido sino defender una causa que desde mi sincera honestidad considero muy digna y de la que el tiempo, si es menester, se encargará de hacer justicia.
Me estoy refiriendo a uno de los múltiples colores que conforman el muestrario que nos plantea Virginia con su primer disco. El color de tierras, ocres, sienas y sombras. El color que nos muestra la cruda realidad, donde decaen los amarillos y claros de la divinidad en favor de los marrones de la miseria humana y donde lo liviano adquiere unos valores desmesurados.
Me estoy refiriendo a “Lo raro es vivir”, para mí un tema distinto pero genial, interpretado con la voz más rockera de una Virginia urbana, original y atrevida y acompañado por un sonido instrumental fenomenal.

jon24

Lo Raro Es Vivir

Track nº 5 del cd y nº 2 de la cara B del vinilo




Letra y música: Risto Mejide.

Profesor Manso y Mr. Furia: coros, guitarras eléctricas y acústicas, bajo eléctrico, sintetizador moog, pandereta, jingle, triángulo, clips, sampler y programación de batería electrónica.

Alberto Pérez Jordana: trompetas.

Virginia Maestro: voz y coros.



Tengo que confesar que “Lo raro es vivir” es una de las canciones que menos me gustan de ese excelente trabajo en conjunto del que ahora se cumple un año. Junto a “Mentiras a contraluz” y “Ayer”, me parece que son los tres temas más artificiosos y menos naturales de Labuat I. En mi opinión, esa artificiosidad es el mayor defecto del que adolecen algunas canciones del disco. Creo que esa predilección ornamental (verdadera seña de identidad del proyecto) está muy conseguida en algunos temas, como en “Soy tu aire”, en la cual la rica instrumentación y los arreglos no resultan excesivos, sino deliciosamente elegantes; pero ese mismo atavío chirría en algunos otros, como en el caso que nos ocupa.

Y es que con “Lo raro es vivir” me ocurre algo raro también. Me gusta la letra (a pesar de algunos giros que pueden resultar ripiosos a simple vista, creo que es una letra intencionadamente absurda). Me encanta la voz de Virginia y su adaptación a un tema tan distinto a su estilo. Me gusta mucho la aportación de algunos instrumentos, sobre todo las trompetas de Alberto Pérez Jordana. Incluso creo que los arreglos, técnicamente hablando, son de primerísima calidad, están bien conseguidos. Así que si tiene todo eso... ¿Por qué demonios no me gusta esta canción? Es una pregunta que me he hecho alguna vez con este tema y con otros del disco, como los mencionados al principio.

Una pregunta que se empezó a responder en los primeros acústicos en los que el nuevo triángulo comenzó a adaptar los temas con absoluta libertad y con unos ropajes más sencillos, pero más apropiados a mi modo de ver. Y mucho más auténticos. Y creo que ahí está la clave: “Lo raro es vivir”, que es un tema bien construido desde el punto de vista musical, no es una gran canción sencillamente porque no está Virginia en ella…

Me explico.

Está, pero no es ella.

Quiero decir que es un tema construido simplemente para una bonita voz, en el que no termina de lograrse la conexión entre lo que se quiere expresar y quien lo expresa. Me parece una canción sin alma. Me parece un buen traje, pero no hecho a medida de quien lo tiene que lucir, sino cosido de una forma estándar. Como si diera igual el modelo que lo vista. Y eso es algo que aprecio en otros cuantos temas de Labuat I. Virginia está, pero no del todo. En algunas canciones tiene más protagonismo (como en “Soy tu aire” o “Ya se verá”, en las que ella les aporta la sensibilidad adecuada, porque se nota que las interioriza de forma más natural), pero en otros temas apenas puede desempeñar un papel secundario. Y ese es el problema que tiene crear un disco con base musical sin tener en cuenta excesivamente el papel de la persona que tiene que transmitir esos sentimientos. Al final es imposible que no resulten algunos momentos impostados, faltos de autenticidad. Virginia se siente a gusto con algunas canciones del disco, las moldea ligeramente (quizá mucho menos de lo que le hubiera gustado) y les saca mucho jugo gracias a su talento. Pero con otras, la fórmula del copia-pega no funciona tan bien. Y se aprecia que la voz de Virginia se siente algo huérfana, algo extraña. Por eso hay tres o cuatro temas que transmiten mucho menos. Musicalmente hablando son buenos, tienen ritmo, son ejemplos correctos de música bien hecha, pero adolecen de lo más importante: alma. Les falta esa sensibilidad que Virginia le puede aportar a la música. Supongo que no lo consideraban necesario. Pero en la música es muy difícil lograr que dos elementos que no están paridos por el mismo sentimiento conecten bien.

Es una pena que los otros dos lados del triángulo originario no supieran ver en su momento que quien realmente podía hacer especiales las canciones no era la mesa de mezclas sino la propia Virginia. El riesgo de grabar un disco en el que quien tiene que aportar el alma del mismo no es, incomprensiblemente, protagonista, es que pasen cosas como ésta de “Lo raro es vivir”: mucha calidad, pero una evidente falta de emoción en el resultado final.

Lo que nadie puede negarle a Virginia es su impresionante capacidad de sacar lo mejor de una canción, cuando tiene libertad para hacerlo. Es capaz de convertir una gran canción en una canción extraordinaria; y también de convertir un tema mediocre en uno bueno, lo cual es más difícil aún. De esta forma, un tema que jamás escucho ya en su formato original como es “Lo raro es vivir”, me encanta escucharlo en los directos del nuevo y mejorado Labuat. Porque ahí sí que me lo creo, porque me transmite mucha más autenticidad. Me da la sensación de que Virginia, Iñaki y Fran sí me están transmitiendo algo de verdad cuando interpretan esa canción. Podrá ser más o menos bonita, pero al menos me parece más natural y, sobre todo, más coherente con el estilo de Virginia. Ella le aporta los giros necesarios para que resulte creíble y, ¿por qué no?, hermosa.

La diferencia, por tanto, entre el tema del disco y el de los acústicos es enorme. Algo que pasa con el resto de canciones también. Muy pocos artistas son capaces de mejorar en directo las canciones de sus discos. Poquísimos. Eso da una muestra clara de lo falsa que es la música de hoy en día, sobre todo en ciertos géneros inherentes al mainstream más casposo y, tristemente, más potenciado por las radiofórmulas. Sin embargo algunos artistas, pocos, sí son capaces de dar lo mejor de sí en un directo. Esa cualidad, en Virginia, se multiplica bastantes enteros. Hace mucho que resulta más que evidente que ella no es un producto convencional, sino que necesita vías auténticas para transmitir lo mejor que posee: su sensibilidad.

Sólo el verdadero talento es capaz de coger una canción sin alma, desprovista de su mejor arma (los arreglos musicales) y, casi sin instrumentación, interiorizarla y sensibilizarla hasta el punto de hacer algo como esto:



En definitiva, darle vida a algo frío. Eso es lo que logra Virginia con Labuat I en los conciertos. Le aporta un aliento natural que no tenía en su origen. Y eso es dificilísimo y muy meritorio.

Para mí está claro que Virginia necesita imaginar una canción para expresarla con verdadera emoción y resultar así más hermosa. Ojalá en ese segundo trabajo que está en ciernes sea ella quien imagine todos los temas y tenga las herramientas necesarias para poder desarrollar a sus anchas esa música que le late dentro.

En una cosa sí tenía razón Risto: hay artistas que necesitan imperiosamente volar solos.

Julien Sorel