sábado, 2 de enero de 2010

"EL MEJOR DISCO DEL AÑO 2009". MÁS SOMBRAS QUE LUCES



El pasado 30 de diciembre del ya finiquitado 2009, TVE otorgó el premio al mejor disco del año basándose en las votaciones telefónicas de los televidentes y abnegados fans. En una gala horrenda y casposa a más no poder, David Bisbal se alzó con ese "prestigioso" galardón. Decir que este show sacacuartos del ente público fue un coñazo insufrible no es más que utilizar un eufemismo. Fue peor que eso en realidad.

Después de ver un programa como éste (en el que se supone que está representado lo mejor de la música de nuestro país) la sensación que me queda es ciertamente deprimente. Si esto es lo mejor que tenemos, apaga y vámonos. Lógicamente, no es una premisa cierta. En España, por fortuna, hay mucho más talento del que pasó por ese cutre escenario (por cierto, el mismo de “Mira quien baila” y también con la sempiterna Anne Igartiburu presentando la gala; me la encontré en mi plato de sopa... otra vez). Lo cierto es que dicha gala fue una reunión de amiguetes, y no me estoy refiriendo a los cantantes. Fue una verdadera pasarela en la que las discográficas majors lucen sus mejores galas. Bueno, al menos las que ellos consideran más beneficiosas para sus intereses puramente comerciales. Porque el elenco de "artistas" que aburrió al telespectador el miércoles hasta las 2 de la madrugada era para echarles de comer aparte. Salvo alguna mínima excepción, la gran mayoría son carne de politono. Sólo las galas musicales de refritos de Nochebuena y Nochevieja han sido peores. O bueno, por el estilo.

Sony, por ejemplo, coló a unos cuantos en la fiesta. No sé qué porcentaje se llevaría de los votos, pero seguro que sacaron buena tajada. A Sony, como al resto de majors que aglutinaban las nominaciones (Universal, Vale Music…) les daba igual quién ganase. Ellos ganaban seguro. Fue el caricaturesco David Bisbal (estuvo él, aunque podría haber estado perfectamente el ex Cruz y Raya José Mota, su amigo y gran imitador... nadie hubiera notado la diferencia); fue él quien ganó, como decía, pero podría haber sido Mr. Sonrisa Profident: Carlos Baute. Tanto da…

Con todo, lo más patético de la gala no fue el elenco de “dudoso” talento musical, ni la aburrida presentación, ni la falta absoluta de originalidad y de ritmo en el show… Ni siquiera los dichosos playbacks (suena irónico, pero para elegir al mejor disco del año, se escucharon precisamente eso: discos) o el falso directo con el que se pretendía engañar al espectador (las actuaciones de los nominados estaban grabadas hace un mes; incluso habían grabado cada uno de ellos una recogida del premio por si acaso sonaba la flauta). Lo peor fue el bajón que procude ver un panorama tan bochornoso como éste. Da rabia constatar que sólo se apuesta por este tipo de música. A la gran mayoría de cantantes que actuaron esa noche, yo no los consideraría ni siquiera del gremio musical. Y mira que está el listón bajo en España (hasta David Civera sigue atreviéndose a ponerse delante de un micrófono...).

Fue patético ver a Ana Torroja tatareando las canciones de Mecano, mientras las cantaban Malú, Chenoa y Amaia Montero. Vaya cuadro, de verdad.

Después de ver un show como el de anoche, no puede uno más que pensar que esto es lo que hay. Que no hay más. Que por mucha imaginación y mucho talento que haya en jóvenes solistas y grupos que empiezan y que tocan en escenarios vivos y que aman la música y que sólo la conciben si es real y que tienen verdadera cultura musical y que se han empapado de buenas influencias y que quieren hacer algo distinto y que les importa una mierda sonar en un politono y que disfrutan haciendo lo que les gusta y que no firman manifiestos para sus jefes millonarios y que son músicos de verdad, coño… pues que la cosa está bien jodida. Mientras sigan manejando el cotarro los Carlos López o Ricardo Campoy o Toni Cruz de turno, mientras las emisoras de radio sigan promocionando música a base de maletín o la televisión siga utilizando a los cantantes con tirón mediático para sacarle la pasta a los adolescentes a través de SMS, la situación para los verdaderos músicos es bastante preocupante. O se unen en contra de su verdadero enemigo (que es la incultura que promueven sus jefes) o seguirán siendo unos marginados.

Lo que más pena me da es que de los nominados ayer, el disco de Labuat era, probablemente el mejor de todos. Y lo digo habiendo escuchado también al resto. Y me da pena, no precisamente porque no ganara. Me da pena que fuese uno de los convidados a esa fiesta rancia y casposa. Me gustó la decisión que adoptaron los cantantes de los otros dos buenos discos que había seleccionados: Ainhoa Arteta y Fito. Supongo que al decirles que tendrían que actuar en playback, no se querrían sumar a la pantomima y no grabaron ni su actuación ni su recogida ficticia del premio del ganador. Bravo por ellos. Tampoco estuvieron Shakira ni Raphael, todo hay que decirlo.

Sé que muchos de los que seguimos la carrera de Virginia Maestro (porque sí, porque en el fondo es de lo poco ilusionante que ha aparecido últimamente en el panorama musical), pensarán que lo de la otra noche fue promoción. Y probablemente tengan razón. Lo fue. A la larga no sé si será buena promoción o mala promoción, pero indudablemente, al menos, se dio a conocer un buen disco en un programa de gran audiencia nacional. Pero yo, que soy un poco retorcido, a esto le veo algún inconveniente. Y es el de que se acabe metiendo a Labuat (o a Virginia, Labuat me importa menos) en el mismo saco que a muchos de sus “compañeros” de gala. Me da miedo que ese sea el camino elegido. Que no se exploten otras vías mucho más auténticas y mucho más acordes con el talento de ella. Hace unos días vi unos cuantos videos de Virginia emocionando maravillosamente a un reducido auditorio, en un garito de música de verdad, cantando temas clásicos fabulosos como “Blue moon”, “The house of the rising” sun, “Stand by me”, “Dream a little dream of me”, “We belong togheter” o temas propios extraordinarios como “Circus” o “I call your name”. Y el pasado miércoles la vi actuar en playback compartiendo escenario con Paulina Rubio, Los Chichos, Macaco, Amaia Montero o Chenoa… Sólo faltaron Elías o Púa. Ah, bueno, no… con Elías también actuó en un bolo hace unos días.

Esa indefinición, esa ambigüedad, ese contraste tan imposible es lo que me mata. Hace menos de un año Virginia Maestro estaba grabando un disco bajo la producción musical de uno de los grupos españoles con más prestigio y proyección internacional, The Pinker Tones y presentando un proyecto ambicioso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Y ahora compartimos escenario con Elías... ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Cuál es el camino elegido? Estar en misa y repicando es muy difícil. Habrá que decidirse. No me cabe duda de cuál es el camino que Sony está preparando (lo vimos el miércoles por la noche). ¿Se puede ser un músico de cierto prestigio y apostar por los canales mainstream? ¿Virginia quiere ser un músico de prestigio? ¿Se conforma con jugar en las mismas ligas que Chenoa, Soraya y Macaco? ¿Hay más alternativas? ¿Hay algún plan?

Que conste que todo esto lo digo porque creo firmemente en el enorme talento de Virginia. Porque escucharla cantar “Blue moon” es una delicia; lo mismo que escucharla cantar “I call your name”. Porque sólo pensar que pudiera actuar con una banda en directo en un programa de televisión interpretando “Circus” me produce escalofríos de placer. Y creo que si no toma conciencia de dónde está y a dónde quiere llegar (aunque sea sacrificando cosas), no lo va a poder hacer nunca.

Yo creo que aún están a tiempo. Desconozco qué estilo tendrá el segundo disco de Labuat (ya es imposible que no siga siendo Labuat, ese es otro de los peajes que hay que pagar por lo del dichoso programita del miércoles), hacia qué público se enfocará y cómo se va a promocionar. Pero sí sé que Virginia tiene mucho que ofrecerle a la música. Entiendo que a Sony eso le importe un bledo; pero espero que a ella le siga importando.

En definitiva, la sensación que me dejó el miércoles la penosa elección del “mejor disco del año” fue ésta: lástima y preocupación. Lástima por el escaparate musical español que nos quieren vender a toda costa y que es vergonzosamente pobre en cuanto a calidad. Y preocupación porque Labuat (Virginia) se deje arrastrar a esa mediocridad tan absoluta.

Yo no pierdo la esperanza de verla jugar en otras ligas, mucho mejores. Ligas con menos focos mediáticos quizá, pero donde realmente juegan los buenos. O, al menos, los más auténticos.

Por cierto, el mejor disco del año 2009 en España para mí fue el de L.A. (“Heavenly Hell”). Una banda liderada por Lluis Albert Segura (un músico hecho a sí mismo, que ha trabajado, compuesto y autoproducido varios trabajos antes de que fuera fichado por Universal y se lo rifaran las otras grandes). Rock fresco y del bueno, con multitud de influencias clásicas. Lo mejorcito que he escuchado en mucho tiempo. Después de L.A. y del magnífico “Vinagre y rosas” de Joaquín Sabina, Labuat sería uno de los grandes discos del año también. Sin ser un trabajo en el que resalte el verdadero estilo de Virginia, es una magnífica producción musical de los Pinker. Un disco que merecía mucho más recorrido y más atención del que ha tenido. Sony sólo ha apostado por él para situarlo en el estante equivocado: el de la gala del día 30.

Pero en fin. Como decía al principio: así están las cosas. Que David Bisbal gane un premio al mejor disco del año, con todos mis respetos, es una mofa a la cultura en general y a la música en particular.

Feliz año nuevo a todos. Ya veremos qué nuevos buenos y malos discos nos depara el 2010…


(Julien Sorel)








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