jueves, 23 de abril de 2009

LA FELICIDAD



Un cuento infantil relata la vida de un monarca que había caído muy enfermo y, ya en agonía, llegó a verle un médico de tierras lejanas, quien le dio como receta para su cura el que le cubrieran con la camisa de un hombre feliz; eso sería lo único que le salvaría la vida.

Los heraldos y cortesanos se dieron a la búsqueda de la preciosa prenda, ofreciendo a cambio una cuantiosa recompensa. Desde luego se presentaron muchos candidatos, pero a todos, sin excepción, les faltaba algo para lograr la felicidad plena: quien tenía salud se quejaba de pobreza, al que poseía una gran fortuna le faltaba salud…
Un día recibieron la noticia que en una aldea, en los confines del reino, vivía un hombre muy feliz, al menos aparentaba serlo. Al acercarse a su cabaña, escucharon cómo silbaba y canturreaba; él los recibió en su hogar, que era muy austero, y sin esperar más, iniciaron el interrogatorio:
-¿Se puede considerar usted una persona feliz?
-Por supuesto- contestó.
-¿Tiene suficiente dinero para vivir?
-Lo necesario para estar bien.
-Pero se ve pobreza en su hogar- replicaron los cortesanos.
-No necesito más; pobre no es quien posee sino quien anhela mucho.
-¿Y en cuanto a salud?
Sonriendo aquel hombre contestó:
-Para mi la enfermedad es un aliado que me avisa que debo cuidarme; sé que lo inevitable tendrá que suceder: la vejez, la enfermedad y la muerte y, como son algo natural no me da miedo enfrentarme a ellos.
- ¿Está satisfecho con su familia?
- Amo a mi esposa y a mis hijos y los acepto como son; es más, los he educado para ser libres, no para tenerlos prisioneros con deseos egoístas de que cambien para mi para que me den gusto.

Convencidos de la felicidad de que gozaba aquel hombre, los enviados del rey le pidieron su camisa y, pasa su asombro, les contestó: “Lamento decirles que yo no poseo camisa alguna”, y despidiéndose cortésmente, reinició su trabajo cantando.

Ser feliz, es una decisión.